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7 MITOS SOBRE EL MATRIMONIO

7 MITOS SOBRE EL MATRIMONIO

El príncipe llega en su caballo, besa a la princesa dormida y cabalgan juntos para vivir felices para siempre. Los cuentos de hadas pueden ser entretenidos, pero cuando se trata de construir un matrimonio exitoso, pueden crear expectativas muy irrealistas.

1. El matrimonio lo arregla todo (¡TODO!)

La idea de que todo en tu vida va a mejorar, aunque sea un poco, cuando estés casado es bastante tonto cuando lo piensas bien. Imagina dos personas que son miserables, con malos empleos, mala salud, malos hábitos y actitudes tóxicas. Si estas dos personas de alguna manera se conocen, se enamoran y se casan, ¿cómo podemos creer que esta unión creará un mejor conjunto de circunstancias para cualquiera de ellos? Sí, este es el caso extremo, pero como regla general, la actitud de vida que llevas a un matrimonio es la que luego se afirma dentro del matrimonio. Puede que tengas un período de luna de miel con felicidad irracional, pero puede que no, y de cualquier manera, vivir con esta persona no va a cambiar las causas fundamentales de tu actitud de vida.

La idea de que el matrimonio soluciona cualquier cosa hace el mayor daño cuando pensamos en los malos hábitos. Si alguna vez has escuchado alguien pronto a casarse decir: “Sí, me molesta cuando ella bebe demasiado, pero después de que nos casemos va a dejar de tomar”, entonces has escuchado el tipo de pensamiento esperanzador que condena a muchos matrimonios. De hecho, una buena regla de oro es que cualquier hábito, tendencia o adicción que tu amor tiene ANTES del día de la boda probablemente empeorare después de que estés casado. Empeorará o simplemente te molestará más. De cualquier manera, el tiempo para ver un cambio es antes de dar el “Sí”.

2. Las personas casadas tienen menos sexo que los solteros

Un estudio de la Universidad de Chicago estableció que las parejas casadas tienen más sexo que los solteros. Las parejas casadas tienen una actividad sexual del 25% al ​​300% más que las personas no casadas, según la edad. 43% de los hombres casados ​​informaron tener relaciones sexuales al menos dos veces por semana, mientras que solo el 1,26% de los hombres solteros, que viven solos, tuvo relaciones sexuales tan a menudo. Los hombres solteros son 20% más propensos a ser célibes que los hombres casados.

Claramente, hay momentos en un matrimonio donde el sexo puede sufrir. Los recién nacidos, por ejemplo, son conocidos por tener un impacto negativo en la vida sexual de sus padres. Pero, en general, el matrimonio es la puerta de entrada a más sexo.

3. La gente casada está menos sola

Estar soltero puede ser solitario. No hay duda. Pero estar casado puede ser igual de solitario y en el contexto de un matrimonio, esta soledad es peor. Ciertamente es más triste estar dentro de un compromiso de por vida y experimentar el dolor de la soledad. Una persona soltera y solitaria puede conocer a alguien en un instante y experimentar amor, romance y alegría. Los hombres o las mujeres que se encuentran dentro de un matrimonio solitario y vacío, a menudo se deprimen aún más por el largo camino de regreso a una relación satisfactoria.

Las personas solteras a veces piensan: “Si estuviese con alguien, por lo menos no me sentiría tan solo”. Es un pensamiento que puede sonar lógico, pero es un grito de alarma. Como escribió Neil Clark Warren, el fundador de eHarmony, “Estar en una mala relación es un millón de veces peor que no tener relación alguna.”

4. El matrimonio te hace feliz

Si no eres una persona feliz estando soltero, hay grandes posibilidades que tampoco lo seas estando casado.

El matrimonio no te hace feliz. Tú te haces feliz. El matrimonio puede traerte mucha alegría, compañerismo y satisfacción. También te puede traer frustración, enfado, ira y confusión. Muchas nuevas parejas se sorprenden cuando después de un año de matrimonio, no son automáticamente felices. Un tipo de depresión cínico puede meterse. Lo escuchas en las voces de las mujeres que dicen cosas un poco humillantes sobre sus maridos a sus amigas. Lo ves en los rostros de los hombres que ahora están mucho más interesados ​​en salir con sus amigos.

Una de las ideas más importantes para traer a un matrimonio es tener las expectativas adecuadas. Algunas cosas sobre el matrimonio producen alegría de forma natural, pero gran parte de la logística de vivir con alguien y compartir una vida, juntos puede producir estrés. Nada añade más a estas tensiones que una pareja que espera que la relación provea una fuente constante de felicidad.

Tu compañero no es responsable de tu felicidad. Si estás buscando que tu cónyuge te haga feliz, estás poniendo una presión poco realista en la relación. El hecho de que ahora tienes un compañero de vida no significa que tengas que renunciar a la responsabilidad de tu propia felicidad.

5. El matrimonio es la línea de meta

Como una boda es el comienzo del matrimonio podría parecer raro que algunas personas vean ese día como la línea de meta, pero muchos lo hacen. Consciente o inconscientemente, algunos sienten que han “llegado” y lograron algo. Es una actitud peligrosa para tomar, como celebrar la llegada al pie del Monte Everest.

Por supuesto, está bien estar feliz en el día de tu boda, pero con demasiada frecuencia, las parejas dejan de poner el esfuerzo real donde realmente cuenta. Los maridos dejen de llamarlas para ver cómo están. Las esposas dejan de darle un masaje en los hombros mientras miran televisión. La idea de la posesión comienza a entrar, “Ya es mío/mía. ¿Por qué tengo que seguir trabajando?”

Con una tasa de divorcio del 50%, uno pensaría que las parejas sabrían que verse atractivo, estar atento, seguir siendo romántico, mantener relaciones íntimas y permanecer conectados son vitales para la construcción de una relación duradera. Pero, por desgracia, muchos no lo hacen.

6. “He tenido mi diversión. Ahora, estoy listo para sentar cabeza”

Parece una broma, pero esta frase pierde un punto importante. Nunca has “tenido tu diversión”. La idea de que un hombre de 45 años de edad, necesita menos diversión que uno de 25, es absurdo. Podríamos argumentar que a medida que aumentan las responsabilidades y las expectativas, necesitamos más diversión mientras más viejos nos pongamos.  

En pocas palabras, si ves al matrimonio como una especie de enorme sacrificio, eso es una señal de advertencia. Las parejas sanas reconocen que el matrimonio trae nuevas responsabilidades, fidelidad, consideración de los sentimientos del otro, compartirte a ti mismo de nuevas maneras, pero cree que esta unión debería ser una ventaja neta en el departamento de la diversión y la satisfacción. Si no lo haces, vas a comenzar a resentirlo en cuestión de meses. ¡Los seres humanos no estamos destinados a vivir sin grandes porciones de diversión!

7. El matrimonio es un trabajo

Ya lo has escuchado un millón de veces. “El matrimonio cuesta un montón de trabajo.” ¿En serio? No. El matrimonio es un montón de trabajo sólo si consideras al sexo como trabajo. Si consideras el hablar con tu cónyuge como un trabajo. Si consideras que el hacer un viaje de fin de semana juntos en el que pasear de la mano, quedarse despiertos hasta tarde y actuar como jóvenes enamorados es un trabajo.

El matrimonio no necesita trabajo. El matrimonio necesita atención. Tu pareja necesita tu completa e indivisible atención a veces. De hecho, uno de los mejores ejercicios de terapia matrimonial es el asegurarse que al final del día, cuando ambos llegan a casa del trabajo, los dos se sienten en el sofá, se miren a los ojos y hablen durante 5 minutos sobre los que pasó durante el día. Eso es todo. Te sientas, hablas, compartes y te reconectas. Es una manera de decir: “Eres importante para mí.”

Los matrimonios suelen ser víctimas de los mismos comportamientos que arruinan nuestros cuerpos, nuestras amistades y nuestros sueños: no dedicamos tiempo de calidad a nuestras prioridades más importantes. El tiempo que le das a tu matrimonio pagará dividendos exponenciales en alegría, compañerismo, satisfacción sexual y trabajo en equipo, pero no debería sentirse como un trabajo. Más frecuentemente, ¡debería sentirse como un juego!

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